El 11 de octubre de 1851, nació Miguel E. Schulz en la Ciudad de México. Sus padres fueron don Enrique E. Schulz, originario de Lüneburg, Alemania, quien, nacionalizado mexicano, contrae matrimonio con doña Eugenia Corona y Cárdenas. Hijo de un maestro disciplinado y trabajador; y de una madre atenta al orden del hogar, severa y tierna a la vez, permite discernir la benéfica influencia para Miguel E. Schulz, desde los primeros años de su infancia su educación fue confiada al profesor D. Joaquín Noreña, y una decidida vocación artística lo condujo a la Academia de San Carlos.

Con el embrión indudable de intenso amor a la belleza, pretendió cursar la carrera de arquitecto aunque la exigencia anímica del joven lo condujo por una ruta diversa. Miguel E. Schulz no desperdiciaba oportunidad ante la rápida comprobación entre la sensibilidad y el mundo; dedicado a la escultura, participaba en los frecuentes certámenes convocados por la Escuela Nacional de Bellas Artes. En uno de ellos, a los 18 de edad, apenas salido la pubertad obtuvo el premio que determinó su vida porque le dio ocasión para iniciarse en el magisterio. Schulz ganó entonces, en concurso de oposición abierta, la clase de escultura.

Desempeño el cargo sin abandonar los estudios en la misma Escuela Nacional de Bellas Artes y en 1876, terminó la carrera de escultor aunque nunca se preocupó por obtener el título. Egreso de la escuela a los 25 años y el flamante escultor se encontró ante las realidades vitales. La vocación lo impulsaba al ámbito romántico, pero en él resultaba imposible subsistir; y la ciencia, por razones obvias, no era senda para un escultor que, entregado al ejercicio artístico, se había alejado insensiblemente. De los importantes cargos que desempeñó, sólo en el afán de señalar la importancia, destacaremos que fue oficial primero en la Subsecretaria de Instrucción Pública y Bellas Artes, jefe de clases de Geografía y de Historia en la escuela Nacional Preparatoria, director de la Escuela de Altos Estudios y rector interino de la Universidad, esto último, en 1916 y 1917. La Escuela Nacional Preparatoria contó siempre con su palabra y sabiduría en las aulas, con su entusiasta entrega a la juventud, con los ideales de su esfuerzo educativo, durante los cuarenta años de su vida docente, desde 1882 en que ingresó al servicio, hasta el 3 de diciembre de 1922 en que dejó de existir. Ese día en la Ciudad de México que albergó su natalicio y su vida, y las instituciones en que su voz y pensamiento se difundieran, perdieron en él a uno de sus mejores maestros. Con todo, perduran el llamado y ejemplo de sus mensajes, la verdad transferida a las nuevas generaciones, de que toda inquietud, por temprana que sea puede fortalecerse y adquirir calidades que alcancen insospechados niveles de satisfacción íntima a la realidad personal del anhelo y al servicio gratificante de la colectividad en que se vive. Sus obras son las siguientes: Compendio de cosmografía y geografía física y política, general y particular de la República Mexicana, curso de geografía general, Apuntes para el curso de geografía , y el cultivo de maíz.

Reseña: Mtro. Efraín Becerra Juárez